Qué cerca estás de mí, vida, qué cerca,
qué hondo me penetra tu palabra,
con qué fuerza tu fuerza me esclaviza
y con qué levedad me pone alas.
Nadie espera de mí, vida, que amarte
sea como saltar las alambradas
de la calamidad, nadie supone
que tu hombría asesine su algarada.
En qué cenote oscuro me verán
nadar contra corriente turbias aguas,
que no imaginan, vida, que estoy viva
sobre la curvatura de tu espalda.
Duele la claridad aparatosa
de tu lengua de sol en mi ventana.
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