Te quiero mucho más de lo que te imaginas
y por eso latigo tu dúctil intelecto.
De qué voy a servirte si ajeno no adivinas
qué pretendo de ti, cual es el dialecto
en que te estoy hablando sin taimadas doctrinas
por azuzar tu hombría al salto más perfecto
que obligue al corazón de todas las rutinas
a someter sus voces a tu voz de insurrecto.
Porque eres mucho más que un estro temerario
y yo no soy la Shiva que oculta en su brumario
colecciona cabezas y mata lo que toca,
empieza por mirarme con los ojos despiertos
verás a una mujer que sólo cree en los muertos
que quisieron morirse con su nombre en la boca.
Comentarios
Publicar un comentario